viernes, 27 de febrero de 2015

Pretty nice, parte 1

Esta historia, me niego a escribirla por momentos por dos razones, la primera es que todavía no tiene final, y como yo tengo ese algo con el saber... Y la segunda razón que no la había pensado hasta hoy, esto es mío, totalmente mío. Hasta ahora sólo contaba historias de la gente que se me cruzaba por ahí, pero bueno, esto merece ser contado. 

Esto empezó, digamos que los primeros días de enero (lo triste de eso es que solo se cuando fue porque ya no tenía mi celular, ya que la ubicación en el tiempo y el espacio se me perdió). Estaba yo, digamos que pudo haber sido en un day off, o un día que salía temprano del trabajo o algo así, la cuestión es que estaba en la parada del bus haciendo dedo, no se si con poca paciencia, con algún apuro, o solo con ganas de probar suerte. En estos días todavía hacia frío frío, capaz que había nieve y todo (hasta ahora me lamento el no registrar cuando empezó a desaparecer la nieve). 
En algún momento me canse y entre a la garita a esperar al bus y no morir de frío en el intento, y adentro estaba este chico que me mira y me pregunta "did you give up?", y yo le miro y digo "eh... Yeah.." Como preguntándome "¿por qué me hablas desconocido!", pero cuando lo miro mejor, ay, mas de mil respuestas se me ocurrieron, como "estoy yendo tan lejos que nunca tuve chance" o cosas así. Pero opte por mirarle tímidamente y sonreír. 

Yo, estoy segura de que había más gente esperando, pero en el momento que comenzó esta conversación, ya todo el resto no importaba. 
Este chico, en la parada de colectivo, me miraba de reojo por momentos, y yo sin celular y con la hermosa excusa de la espera pregunte, ¿me podrías decir la hora? Me la dice, obviamente no recuerdo que hora era, porque la cuestión si bien era saber cuanto faltaba o con cuanto tiempo atrasado venia el bus, no era específicamente esa. Así, comenzó una conversación con un inglés tan básico que yo misma me sorprendía. 
Trate de explicarle que el día anterior el bus había tardado más de media hora en llegar. Inmediatamente me pregunta de donde soy. 
Me contó de un amigo de él que era de Perú pero que estuvo viviendo dos años en Chile, misionando como mormón.  
Mi respuesta, ah... En Argentina van pueblo por pueblo juntando gente, y generalmente son muy lindos, creo que es su manera de vender su religión. Genial Maia, burlándote una religión frente a un completo extraño. De todas maneras, su mirada y su sonrisa me hizo entender que estaba todo bien, y que pensaba igual. 
Nos preguntábamos nombres, yo que repetía innumerables veces la palabra pretty, tuve que parar y contarle (o convencerle) que yo sé usar sinónimos. (Ok, eso era una señal de que ya estaba nerviosa, no paraba de hablar y mucho menos de reírme). 
Juntos, buscamos sinónimos que la gente usa para describir lo mismo, las múltiples y diversas maneras de ser exagerados al hablar. Nice, beatiful, unique. 
En eso, llega el bus, que estaba lleno entonces entramos, nos acomodamos entre la gente, nos separamos. 
Ese viaje de media hora para mi fue uno de los más largos, en cuanto me pude sentar, saque mi libro y me puse a leer, por momentos lo miraba y le encontraba mirándome. Pero inmediatamente bajaba la vista, se me complica eso de mirar a las personas que me miran. 
Las paradas iban pasando, las personas iban bajando y él seguía en el bus. ¿Será que va al mismo lugar que yo? 
Llego mi parada, me levanto pero él no. ¿Había alguna otra parada después de la mía? ¿Podía alguien vivir mas lejos todavía de donde vivía yo? 
Nos saludamos con la misma sonrisa que después, cada vez que la viera, significaría tanto. 


Y eso fue todo, por un tiempo. Fue un momento mágico y genial, que me dejo pensando por varios días. 
Hasta que días después, en un día que parecía destinado a ser, nos volvimos a cruzar. 

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