miércoles, 22 de junio de 2016

Las despedidas

Ni todos los abrazos,
ni todos los te amo,
las caricias y los besos.
Ni todo el amor vivido,
porque lo vivimos. 
No me alcanza,
nada me alcanza 
de todo eso.
Para frenar el desconsuelo
de cuando me voy, o te vas
o nos vamos. 
Y esto es así,
y no hay experiencia que me acostumbre. 
No hay vivencia que me alcance,
para no desgarrarme. 
Para no llorar cuando te vas. 


Y cuándo te vas, ¿qué te llevas, qué me dejas?
Es poco, es mucho. 
Es corto. Siempre puede ser más. 
Todavía no te conté, 
todavía de eso no hable. 
Todavía no pensé. 
Hoy... Te ame. 
Ame tu cuerpo, ame tu alma,
tus pensamientos. 
Nuestra conversación. 
El lugar de nuestra relación. 
El espacio que supimos crear. 
Cómo comenzamos a querernos, sin decirlo, sin asumirlo, hasta conocernos. 
Nos quisimos conociéndonos. 
Nos conocimos queriendo, y sin querer. 

viernes, 15 de abril de 2016

Reflexiones acerca de las cosas por su nombre

Hasta este año no me di cuenta lo importante que es ponerle un nombre a las cosas. 
Te da un parámetro, para saber cómo intervenir, para saber cómo actuar, cómo decidir, cómo llorar. 
Si.. Cómo llorar.

Hace unos años, leí en un libro muy clisé, que en realidad, los problemas de las personas, aún en las mayores situaciones de  marginalidad y dolor, se centran en las relaciones amorosas... 
Si, eso obvio que vende, sobre todo para las y los románticos devoradores de historias de amor. 

En mi experiencia trabajando con personas con distintos índoles, grados y tipos de padecimiento mental, siempre está presente el amor. 
Alguna historia de amor, de hombres enamorados, de mujeres que no saben corresponder, de "todos me miran", de "él me engaño"... Siempre sale a flote en el contar. 

¿A qué se debe eso? Quizás el amor, o el estar enamorado, sea un parámetro de la sociedad, que el poder cumplirlo se vuelve una necesidad, no sólo para aparentar, sino para pertenecer. 
Y la pertenencia es mucho más importante para los excluidos, o para los que simplemente nunca hubo lugar. 
Si, somos sujetos de necesidades, esas necesidades cuando son compartidas pueden conformar una sociedad. 
Quizás, ante la necesidad de pertenecer, de hacerse de un lugar, usan al amor como lo algo común que compartir. 


Bueno, entonces ¿qué es el amor? Podríamos pensarlo como lo Común. Lo que me permite ser como vos, y me da un lugar en esta entramada red de historias. 

¿Es entonces el amor otro mas de los miles de parámetros de normalidad?

¿Y será entonces que nosotros, neuróticos, que nos queremos hacer admiradores de lo extravagante, lo rehuimos también por cómo somos, como otro síntoma de nuestro ser?

Y entonces, ¿qué tiene que ver con los nombres de las cosas?
Y es que si, porque si no tiene nombre, no sabes cómo llamarlo, y entonces no hay como sufrirlo. 
Debemos poder poner en palabras, para expresarnos, porque tan psicoanalíticamente podemos decir el afecto sin representación, causa angustia, y la palabra mata a la cosa.


miércoles, 19 de agosto de 2015

O sea, en ese sentido no mas El es machista

¿En ese sentido?
Puede uno ser machista solo en ¿un sentido?
Lo que me hace pensar además, en el otro sentido, una/o/x, quien lo recibe, y acepta, y respeta "ese sentido" del machismo. 
Me hace pensar que, en ese sentido, ese sentido ya hace que exista otro sentido del machismo. 

¿Qué pasa cuando, para el Otro, para el o la que escucha, se le hace inaguantable escuchar "esos" sentidos del machismo?
Esta otra parte, que no está incluida en ese vínculo con "algunos" sentidos machistas. Esta parte dice, no se puede tolerar, no lo podes aceptar. 
Tantos años de lucha de mujeres, que se negaron a aceptarse en esa posición, ese lugar pasivo, receptivo, en el que se supone que debíamos estar, pertenecer. Esperar. 

No amiga, no. Yo no puedo aceptar que vos te aceptes en ese lugar. Yo no puedo ver como justificas el machismo "en ese sentido no mas". 
Si bien, no comenzó con esta vez, con estas palabras. La justificación tampoco empezó recién. Soy yo la que no puede aceptar más que vos te aceptes en esa posición. 

¿Qué puede tener de atrayente (o respetable) una persona que crea que el sexo es algo negativo, que la imagen que importa es la imagen buena de La Mujer Virgen, la que no dice malas palabras, que solo espera por Él?

Claro que estas en contra al maltrato físico, TODOS lo estamos. Pero qué pasa, ¿qué es lo que te pasa que no reconoces el maltrato en el discurso? ¿En el acto?
Ese maltrato es mucho peor, también deja marcas... Las marcas que deja, las deja en tu discurso. Ese sentido del que vos hablas, ese sentido cobra fuerza, y lo empezas a repetir, en tu discurso, en tu hacer, en tu espera.
Y ese otro sentido, que no... No perdona, porque ese sentido del que vos no hablas, no lo ve como algo malo. 
Porque machismo es decir Puta a una mujer (si, a una mujer con minúscula), pero no, claro que no... Machismo no es dejarse decir puta. 

Hoy amiga, no duele que te digan puta, duele que lo aceptes





domingo, 7 de junio de 2015

Repasando

No puedo dejar de extrañarte. 

Ya pasaron mas de tres meses. 
Ya asumí que no voy a volver a verte.  

Ya comencé con mis sueños de eternas despedidas y desencuentros. 
Ya deje de repasar nuestras charlas, deje de escucharlas en mi cabeza. 

Ya tu recuerdo, deja de ser el centro, pero no deja de ser la asociación inmediata a cualquier cosa. 

Ya no me acuerdo de tu voz.
Ya deje de escuchar tu canción. 
Ya, casi, deje de llorar. 

Ya asumí que te ame, y que el amor no termina. 
Ya aprendí que para seguir, no te tengo que olvidar. Porque ¿para qué olvidar?

 

viernes, 17 de abril de 2015

Entre lecturas y sentimientos

Si quisieras arriesgarte comenzaríamos a vivir nuestra historia, la de verdad, en la que somos nosotros. 
La historia en la que me miras y tiemblo, en esa en que no puedo sostener la mirada porque me entrego, esa en la que me tomas de la mano y me olvido de todo. 
La historia de la unión de tus piezas y las mías. 

Y yo ya no estaría aquí contando los días para verte, esperando posibilidades para verte, reconstruyendo nuestras charlas para no olvidarte. 

Ya no tendría que seguir con mi vida como si no hubieses pasado por ella, fingiendo que no me acuerdo de vos y fingiendo que no me muero de ganas de hablarte para decirte... ¿Qué cosa? Solo para continuar lo que tuvimos.




lunes, 30 de marzo de 2015

The third is the charm

Los días pasaron, no se si fueron muchos o pocos, el tiempo mientras vivía en Lake Tahoe nunca lo supe distinguir bien, era una suma de días, suma de eventos, una suma de horas. Algunos monótonos y otros tan cargados de cosas. 
No recuerdo exactamente la sucesión de estos hechos pero creo que fue algo así. 

Un día que andaba paseando con una amiga, corremos a tomar el bus y se baja una señora que trabajaba en el súper y me dice al pasar "hey maia, hoy un chico pregunto por vos, uno alto". No me fue muy difícil ni reconocer quién podía ser, ni emocionarme por ello. 
Al día siguiente, cuando llego a trabajar, en el Deli también me dicen "che, te vino a buscar un chico ayer" (el Che lo agregue yo, simplemente me gusta la expresión). 
La emoción se convirtió en ansias de verlo. Y los días continuaron de una manera particular, el empezó a ir todos los días al súper a saludarme, y yo empece a portar la cara más de tonta que se pueda imaginar. 
Hasta que llego un día en el que coincidimos en el bus. Como toda mujer que soy, y gracias a mis amigas, yo sabia que ese día y en ese horario lo iba a ver, no voy a decir que me produci para verlo, primero porque no recuerdo y segundo porque en invierno pongas lo que te pongas abajo, la campera siempre es la misma, y la campera no suma. 

Voy hacia la parada con muchas expectativas de verlo, pero me subo al bus, y el bus estaba vacío. No puede ser pensé, eso era una broma del destino. Pero el chofer me contó que "estábamos" esperando que llegara el otro bus para hacer una conexión o no se que. 
Me siento, en un asiento doble y espero mientras escuchaba música. Empieza a subir gente al bus, y lo veo subir a él también. Me mira, se sonríe, me saluda y se sienta en el asiento del otro lado. 
¿En serio, el bus vacío y él se sienta en otro lado? Y bueno, una nunca puede dejar los planteos histéricos de lado no? Están en la naturaleza humana. Pero solo me sonreí y seguí escuchando mi música. Empezó así el rutinario viaje de media hora al trabajo. 
Dos paradas adelante, se cambia de asiento a uno individual a mi lado. Entonces me sonreí, puede que después de todo vaya ganando pensé, porque todavía me regía por el ganar o el perder. Y cuando mas gente empezó a subir al bus, termina sentado a mi lado en el asiento libre que yo desde el principio guarde para él. Esa imagen me hizo reír y pude comprender completamente que había pasado desde el principio. No entraba en esos asientos (y si, si mide mas de dos metros). Nos reímos, siempre me reí mucho, siempre nos reímos mucho. 
Así comenzó la parte entretenida del viaje, hablamos como si nos conociéramos de toda la vida, y era la tercera vez que nos veíamos. 


Capaz hablar con desconocidos es más fácil que hablar con la gente cotidiana y rutinaria de nuestra vida. O capaz, mi vida trata de cruzarme con personas totalmente interesantes y necesarias para mi día a día, para después recordarme "vos no sos de acá", "estas de paseo y te vas", como si fuera una inmigrante constante de mis amistades. El problema no es la inmigración constante, sino la capacidad que tengo en encontrar a esa gente que me cambia la vida y no poder volver a verlas. 
Y mi otro problema esta en volver, porque puede pasar que uno vuelva cambiado, pero el lugar al que se vuelve, ese lugar nunca cambia. 
Supongo que será por eso que ahora cuando se habla de salud, no se busca volver al estado anterior. 
A los primeros días de mi regreso, alguien me dijo "y bueno, pero que bueno que volviste, porque acá es donde perteneces". Yo no pertenezco, ni acá ni a ningún lado, ni a nadie. Yo no soy algo, no soy posesión, soy alguien. Y los alguienes, no pertenecemos, los alguienes somos. 


Cuando llego mi parada, nos bajamos juntos. Bueno, yo baje sola y camine unos pasos sola, siempre tratando o pretendiendo mostrar esa supuesta independencia que me caracteriza, yo puedo sola, me escucho a mi misma gritar, caprichosa. Yo soy sola
Pero él, respetando todo el espacio que yo pretendía poner, camino a mi lado. Riendo y charlando, conociéndonos. 
Llegamos a la puerta de mi trabajo, era un día que el sol irradiaba casi tanto como yo irradiaba felicidad con mi sonrisa. 
Quiero seguir hablando con vos, ¿puedo tener tu numero? Me pide. 
Perdí mi celular hace unos días, solo me puedo comunicar cuando tengo internet. ¿Podemos hablar por Facebook?
Mmm, no lo uso. 
En un mundo caracterizado por las comunicaciones, en el país de la tecnología... Ironías de la vida...
Entonces ¿como podemos?
¿Tenes email?
¿Si? Te lo escribo... 
Mi email, se caracteriza por ser poco adulto, y aunque yo en esos días no sospechaba que el hablara español le  conté la historia de como me lo cree, dos años atrás. 
Todo tiene que ver con la frase "la tercera es la vencida", frase en la que yo ni siquiera creo, dije con una sonrisa. 
Si, nosotros también tenemos una frase para eso "the third is the charm"

Esa frase, la volví a escuchar al pasar el día que tenía que volver mientras esperaba abordar el avión. No pude menos que sonreír. No se si la vida da señales, solo puedo se decir que da regalos, y la mejor manera de agradecerlos, es con una sonrisa. 

martes, 3 de marzo de 2015

Yo no lo invente


Un día, recién mudados con este grupo de desconocidos, íbamos yendo a comprar algo mientras charlábamos incoherencias. 
En eso, Maxi, el futuro medico argentino, dice si hubiera un idioma universal, debería ser el español. Su explicación era, porque hay mayor cantidad de países (no personas) que tienen al español como idioma oficial. La verdad que su justificación es válida, pero si alguien me pregunta a mi (como si nosotros tuviéramos el poder de cambiar los idiomas del mundo con nuestra pura opinión), lo que hace particular a cada lugar es su lenguaje. Lengua y cultura van de la mano, y la posibilidad de que todo sea parecido o igual, de que todo sea entendible, me parece tan aburrido. 

Pero si incluso los que hablamos español, pero que lo aprendimos en distintas zonas a veces no nos entendemos. 
Como cuando Caro, la chilena, dijo "que fome!", y Marta le respondió "si, yo también tengo hambre"
Esos malos entendidos, o entendidos a medias, son los que hicieron a estos tres meses llenos de risas. 
Al tiempo en que empezamos a medio entender cada uno de los dichos, comenzó el intento de imitarlos. 
Los primeros "que wea", parecían tan forzados, y ahora forman parte de nuestra comunicación habitual. Bueno al menos del mío, mi habla tiene una habilidad especial para fusionarse con los que escucho por ahí. 

Estábamos en San Francisco, compartiendo tiempo en común con los chicos, en las camas juntadas de una habitación pobre, de un motel de lo que alguna vez fue el centro de esa hermosa ciudad de la bahía. 


Mi papá tuvo una época en la que decía, en la cama empieza y termina la vida. Y sacaba fotos de todas las camas que veía, en esa época, nuestra computadora tenía poca memoria, andaba mal, y encima... Estaba llena de fotos de camas. 
Ahora, capaz que de tanto vivir en moteles y habitaciones, entiendo el concepto de la cama y la vida. 
En estos meses, la cama se convirtió en living, comedor, mesa, sillón... Se convirtió en lo que nosotros queríamos que fuese en ese momento. 


Estando en esa habitación, en San Francisco, fue cuando empezamos a mimetizarnos en dichos y acentos. 
Cuando Caro, la chilena, empezó a decir piba, nos dimos cuenta de que o aceptábamos lo que estaba pasando y lo disfrutábamos o nos cerrábamos en nuestros decires y buscábamos acentuar nuestro acento. ¡Que cosa que al argentino le sale bien!
Empezamos a repetir dichos, principalmente insultos. Creo que nunca escuche tantos "chatumare, que wea" (o intentos de decir eso) en mi vida, como en los días que duro ese pequeño viaje. 
"Puta, que chucha", "perra culiada", "boludo", "weón" (que si... Ambos vienen de lo mismo, significan lo mismo y se usan para lo mismo)
El "pue", el "po", y el "¿poquee?!".

En una de las competencias ¿quien dice mejor "weón"?, de los tres argentinos, gane yo la primer ronda. Y, ¿quien lo diría? Si yo siempre pensé que para imitar acentos o a personas no tenía profesión, una papa en la boca y la lengua atada es lo que tengo. 
De igual manera, Marta siempre fue la mejor, si pudo convencer a unos peruanos (aunque weones) de que era el día del Paraguay y que iban a festejarlo en la playa, con su mejor acento guaraní, dudo que haya cosas en la que no pueda convencer. Y ella lo sabe, mentir y engañar para reírse y hacernos reír, es una de las cosas que mejor le sale, después, claro esta, de derramar la yerba en donde quiera que este. 

Estos meses, estuvieron repleto de todo, pero mas que nada de risas. 
Como un día en el que Caro se estaba peinado, y dice:
Haceme la partidura
Nosotros, los tres argentinos, le miramos a punto de estallar en risas, cuando agregó:
¿Qué!? ¡Yo no lo invente!