viernes, 15 de abril de 2016

Reflexiones acerca de las cosas por su nombre

Hasta este año no me di cuenta lo importante que es ponerle un nombre a las cosas. 
Te da un parámetro, para saber cómo intervenir, para saber cómo actuar, cómo decidir, cómo llorar. 
Si.. Cómo llorar.

Hace unos años, leí en un libro muy clisé, que en realidad, los problemas de las personas, aún en las mayores situaciones de  marginalidad y dolor, se centran en las relaciones amorosas... 
Si, eso obvio que vende, sobre todo para las y los románticos devoradores de historias de amor. 

En mi experiencia trabajando con personas con distintos índoles, grados y tipos de padecimiento mental, siempre está presente el amor. 
Alguna historia de amor, de hombres enamorados, de mujeres que no saben corresponder, de "todos me miran", de "él me engaño"... Siempre sale a flote en el contar. 

¿A qué se debe eso? Quizás el amor, o el estar enamorado, sea un parámetro de la sociedad, que el poder cumplirlo se vuelve una necesidad, no sólo para aparentar, sino para pertenecer. 
Y la pertenencia es mucho más importante para los excluidos, o para los que simplemente nunca hubo lugar. 
Si, somos sujetos de necesidades, esas necesidades cuando son compartidas pueden conformar una sociedad. 
Quizás, ante la necesidad de pertenecer, de hacerse de un lugar, usan al amor como lo algo común que compartir. 


Bueno, entonces ¿qué es el amor? Podríamos pensarlo como lo Común. Lo que me permite ser como vos, y me da un lugar en esta entramada red de historias. 

¿Es entonces el amor otro mas de los miles de parámetros de normalidad?

¿Y será entonces que nosotros, neuróticos, que nos queremos hacer admiradores de lo extravagante, lo rehuimos también por cómo somos, como otro síntoma de nuestro ser?

Y entonces, ¿qué tiene que ver con los nombres de las cosas?
Y es que si, porque si no tiene nombre, no sabes cómo llamarlo, y entonces no hay como sufrirlo. 
Debemos poder poner en palabras, para expresarnos, porque tan psicoanalíticamente podemos decir el afecto sin representación, causa angustia, y la palabra mata a la cosa.


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